lunes, 23 de enero de 2012

The Jesus & Mary Chain - Psychocandy


Psychocandy es mucho más que el primer álbum de la carrera de uno de los grupos más influyentes del indie: es el principio de todo un estilo de música que años después dejaría otras grandes obras. El C-86, el Noise-Pop, y la idea de hacer entrañables canciones pop con montañas de distorsión y ruido, vienen de aquí. Los hermanos Reid metieron en la misma batidora a The Velvet Underground, The Beach Boys y Phil Spector, y lo dejaron tal y como salió. El disco parece que está grabado en el cuarto de baño, y en ningún momento se preocuparon en quitar acoples; ecos de ultratumba, o de rebajar la exagerada distorsión de algunas canciones. Encima tenían una actitud de lo más punk en sus conciertos, en los cuales, la mayoría de las veces tocaban de espaldas al público – J y compañía se aprendieron esto muy bien -, y solían ser un desastre, además de bastante cortos, ya que muchas veces no duraban ni quince minutos.  Todo esto sería prácticamente irrelevante, si no fuese por catorce canciones que contiene este disco – las primeras ediciones del disco no traían Some Candy Talking -. Los escoceses no se andan con tonterías, y nos dejan más de una docena de canciones ruidosas, pero tremendamente aditivas. Algunas como In A Hole, Taste the Floor, The Living End o Never Understand (el único single del álbum) realmente pueden dañar el tímpano del oyente, y en muchos momentos son hasta incomodas de escuchar, pero todas ellas tienen un toque pop que las hace especiales. Aunque lo realmente bueno viene cuando se quitan un poco de encima tanto ruido – quizás por eso me gusta más Darklands -, y ahí es donde entran joyas del calibre de Cut Dead, Taste Of Cindy, Sowing Seeds o ese pedazo de himno llamado Just Like Honey, que tanto le debe al Be My Baby de The Ronettes – esa batería, que aquí toca Bobby Gillespie, es un calco de aquella producción de Phil Spector -, y con la que se ganaron el cielo para siempre. Vamos, toda una maravilla para los amantes de un grupo que con su ruido, y su descaro, influyeron a una gran cantidad de bandas – a día de hoy todavía son reivindicados por grupos como Crocodiles, Dum Dum Girls o The Pains Of Being Pure At Heart -, y prácticamente crearon un sonido propio. Algo que no está al alcance de muchos



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